En la vida cotidiana, ya sea a nivel personal o profesional todo implica una decisión, desde lo más sencillo hasta lo más complejo. Tomar una decisión es una acción que posee más implicancias de lo que parece.
Su importancia radica en hacerlo de manera inteligente evaluando las posibles ventajas y desventajas que pueda desencadenar. Cada decisión y especialmente aquellas que por su complejidad implican un cambio o alguna acción trascendental debe ser tomada con los recaudos necesarios.
Mejorar las habilidades para tomarlas es fundamental ayudando a un mejor desenvolvimiento en todos los ámbitos en el que se encuentra una persona. Para mejorar la toma de decisiones se recomienda:
- Reunir toda la información que requieras sobre la situación.
- Conversar con las partes involucradas y analizar críticamente cada punto.
- Evitar tomar decisiones impulsivas o en estados emocionales. Recurrir a un pensamiento racional y minucioso.
- Dedicar el tiempo necesario para tomar una decisión.
- Analizar la situación y sus repercusiones a corto y mediano plazo.
- Evaluar las opciones con las que se cuenta.
- Identificar las alternativas posibles.
- Gestionar los miedos que pueden presentarse en el proceso.
- Buscar apoyo y consejos de personas de confianza.
Detrás de cada decisión existen múltiples determinantes, aprender a tomar decisiones implica asumir la responsabilidad que esto implica, fortalecer este aspecto resulta positivo para el desarrollo personal y profesional.
Decidir se convierte en un ejercicio que llevaremos a cabo a lo largo de nuestras vidas ayudando a fortalecer la autoestima y la capacidad para enfrentar diversas situaciones.
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