La era digital en la que nos encontramos inmersos permite la implementación de otras metodologías de aprendizaje, las cuales poseen características propias de cada entorno. En ese sentido, es importante destacar que el aprendizaje puede ocurrir de forma sincrónica y asincrónica. 

La sincronicidad consiste en realizar una actividad al mismo tiempo, en el ámbito educativo, se refiere a un evento en el cual un grupo de estudiantes está aprendiendo al mismo tiempo. Para el efecto, debe existir una interacción real con otras personas, es decir, los integrantes de este grupo deben estar en la misma ubicación física o en el mismo entorno online, donde puedan interactuar con el docente o tutor y otros participantes. 

Entre sus principales beneficios se encuentran la interacción entre participantes, el intercambio de conocimientos y experiencias, expresión de ideas, pensamientos y comentarios en tiempo real, las clases o cursos se realizan en un horario determinado. 

Sin embargo, en el aprendizaje asincrónico el docente y los estudiantes no participan del proceso de aprendizaje al mismo tiempo, es decir no se concreta una interacción en tiempo real. Se apoya en otras herramientas como la creación de contenido online, videos previamente grabados y la disposición de tareas o evaluaciones siguiendo otro cronograma de actividades y fechas asignadas. 

En este caso, entre sus beneficios se destacan que los cursantes pueden aprender a su propio ritmo y horario, la reducción del trabajo repetitivo a través de actividades automatizadas, menor tiempo del tutor o docente frente a las pantallas. 

Ambas metodologías permiten al docente la implementación de estrategias compatibles con clases, talleres u otras actividades académicas presenciales, remotas e híbridas; para ello, es fundamental que cuenten con los conocimientos y criterios necesarios para optar por una u otra forma de aprendizaje, a fin de que su elección responda al requerimiento del programa académico que se desea desarrollar.

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